Cuando uno está en la búsqueda de un puesto en el ámbito del diseño de experiencias de usuario, puede parecer que todo se reduce a cumplir con una serie de pasos: entregar un portafolio impecable, superar una prueba técnica y esperar la respuesta.
Sin embargo, desde mi experiencia liderando equipos y evaluando candidatos, he aprendido que lo que realmente separa a los buenos diseñadores de los excelentes es mucho más profundo. Buscar una posición va más allá de seguir una lista de verificación; se trata de demostrar tu capacidad para resolver problemas de manera creativa e innovadora, una habilidad que no siempre se mide en portafolios ni en pruebas técnicas. A lo largo de los años, he observado que lo que realmente separa a los buenos diseñadores de los sobresalientes no está en el trabajo final, sino en cómo logran soluciones con propósito y pasión.
Lo que te piden suele ser claro: un portafolio que demuestre tu experiencia y una prueba técnica que valide tus habilidades. Sin embargo, lo que se evalúa realmente, y lo que muchas veces no se menciona, está en los detalles que revelan tu capacidad de pensar, resolver y, sobre todo, innovar. He visto cómo muchos diseñadores se quedan cortos, no por falta de talento, sino porque no logran transmitir todo lo que son capaces de hacer.
Los dos lados de la silla
He estado tanto en la posición de candidato, buscando esa oportunidad que cambiaría mi carrera, como en el rol de evaluador, decidiendo quién se uniría a mi equipo. Y te puedo decir que lo que uno cree que está mostrando, muchas veces no es lo que el evaluador ve.
En mis primeros años, todo lo que quería era una oportunidad, una chance de demostrar lo que sabía hacer. Mi madre siempre fue clara conmigo: “Si querés algo, tenés que salir a buscarlo”. A los 11 años, esa lección tomó forma cuando me sugirió que buscara unas changas para ganar unos pesos. Fue así como aprendí la importancia de buscar alternativas y no esperar que las cosas sucedan solas. Ayudé en una panadería, me gané unos australes y me compré unas tarjetas de Mazinger Z. Desde muy joven aprendí que el éxito no se trata solo de esperar a que te den una oportunidad, sino de salir a buscarla activamente. Este mismo principio aplica al diseño de experiencias: no basta con mostrar tu trabajo, debes buscar activamente cómo tu proceso y tu capacidad de adaptación destacan frente a los demás.
Ese principio me acompañó durante toda mi carrera como diseñador. En cada proyecto, no importa cuán pequeño, la clave siempre estuvo en la búsqueda, en resolver problemas con los recursos disponibles, en mostrar que, a pesar de los obstáculos, se puede entregar algo más allá de lo esperado. Es lo mismo que evaluamos cuando pedimos una prueba técnica: no es solo lo que entregás, es cómo pensaste y ejecutaste cada paso. E incluso en la mayoría de los casos, suele darse la situación de que algo no salga del todo bien, y está bien, porque cuando hacemos cosas, pasan cosas. Lo que realmente se valora es la capacidad de rápidamente revertir, dar opciones e iterar en el momento. Es la capacidad de identificar el problema y reconocerlo. Al contrario, muchas veces vemos que se busca resolver o salir de esa situación con una excusa o una defensa sin sentido, cuando con la misma energía podrías proponer una solución, lo que es mucho más enriquecedor.
Aquellos candidatos que dedican tiempo a explicar el porqué de sus decisiones —desde la elección de colores hasta la jerarquía de información— son los que realmente sobresalen.
La prueba técnica: Más que lo que se ve
Durante años, he evaluado incontables pruebas técnicas tanto en el ámbito laboral como académico. Y hay algo que me sigue llamando la atención: muchos candidatos se concentran solo en el diseño final, olvidando que lo que buscamos es entender cómo llegaron ahí. He visto cómo la falta de un razonamiento claro puede arruinar incluso el diseño más impecable. Un buen diseño no es solo estético, sino que demuestra una comprensión profunda del problema. Aquellos candidatos que dedican tiempo a explicar el porqué de sus decisiones —desde la elección de colores hasta la jerarquía de información— son los que realmente sobresalen.
Una vez me tocó evaluar una prueba de un candidato que presentó un diseño visualmente atractivo, pero cuando profundicé, me di cuenta de que no había un razonamiento claro detrás de las decisiones tomadas. El diseño estaba bien, pero carecía de alma, de ese algo que te dice: “Acá no hubo un proceso de pensamiento detrás”. Esa falta de conexión es lo que marca la diferencia. No importa cuán talentoso seas con la herramienta o en lo técnico, si no mostrás tu proceso, se pierde la oportunidad.
Por eso, no es solo cuestión de entregar lo que te piden, sino de hacer visible el cómo lo pensaste. Tomá el tiempo para explicar tus decisiones, detallá por qué elegiste esa estructura, esos colores, esa tipografía, ese layout, esa interacción, esa manera de resolver el problema. Evaluar una prueba técnica es como juzgar la obra de un chef: no solo importa el sabor del plato final, sino también el orden y la pulcritud con la que manejó su cocina. En diseño, esto se traduce en cómo organizas tu pensamiento, tu proceso y la claridad con la que presentas cada decisión.
Usualmente, todas las pruebas técnicas se enfocan en mostrar los pasos que se deben seguir para que una experiencia sea correcta, es decir, replican un modelo paso a paso para asegurarse de que se va a conseguir el mejor resultado. Y es cierto que las metodologías y procesos ayudan, pero convertirlos en un check list tampoco es la solución. He visto cientos de ejercicios donde se hace foco en las protopersonas sin ningún sentido, mapas de empatía ignorados en la propuesta, wireframes desconectados del diseño final. Incluso he visto ejercicios copiados al pie de la letra de otros. Lo importante es ser auténticos y mostrar cómo las habilidades se despliegan hacia el objetivo. Los resultados deben reflejar un hilo conductor con sentido común. Tiene que quedar en evidencia cómo todo lo que pusiste en la mesa fue en servicio de lograr la mejor propuesta, no una mera exhibición de pasos.
El diseño no es solo una tarea técnica, es un acción consciente en trance que requiere que conectes con lo que estás haciendo
La pasión como diferenciador
En el mundo del diseño, la pasión es el motor que te lleva más lejos. La pasión en el diseño no solo te impulsa a trabajar más duro, sino a hacerlo de manera más inteligente. No se trata de horas frente a la pantalla, sino de las decisiones y reflexiones que ocurren mientras te sumerges en el proyecto. Esta pasión es la que transforma un diseño promedio en algo memorable. He pasado noches enteras trabajando en proyectos, buscando esa vuelta de tuerca que me hacía sentir que había alcanzado algo especial.
El diseño no es solo una tarea técnica, es un acción consciente en trance que requiere que conectes con lo que estás haciendo. A veces, esa pasión por el detalle te lleva a cuestionarte todo, a obsesionarte con lo que estás creando, y a no descansar hasta que el resultado sea lo más cercano a lo que imaginás en tu mente. No se trata de trabajar más horas, sino de trabajar con propósito, con dedicación, con el deseo de que cada pieza de diseño tenga su razón de ser.
Estar donde las cosas pasan
Una lección importante que aprendí es que uno debe estar donde las cosas pasan. No hablo solo de trabajar en grandes empresas o para clientes importantes, sino de rodearte de personas que te inspiren, que te enseñen, que te reten a ser mejor. Ya sea en eventos de diseño, talleres o colaboraciones, estar en esos espacios no solo te expone a nuevas ideas, sino que te conecta con la comunidad. Y en diseño, la comunidad es uno de los activos más valiosos que podés tener. Si tenés la oportunidad, busca trabajar con referentes, incluso si al principio eso implica ofrecer tu tiempo sin una remuneración inmediata. Lo que vas a aprender en ese proceso no tiene precio.
Recuerdo que en mis primeros años, no siempre estaba en la posición de exigir, pero me aseguraba de estar donde sucedían las cosas importantes. Participaba en charlas, talleres, encuentros, y absorbía todo lo que podía. Aprender de otros es una de las mejores inversiones que podés hacer para tu futuro.
Tenacidad y aprendizaje constante
El diseño es un lenguaje que se aprende con la práctica. No basta con saber las reglas, tenés que afinar tu mirada, analizar, observar, y cuestionar todo lo que te rodea. Cada fallo es una oportunidad disfrazada de desafío. El aprendizaje constante no se trata solo de acumular conocimientos, sino de afinar tu capacidad para detectar los errores, aprender de ellos y mejorar. La tenacidad es seguir adelante, y también hacerlo mejor cada vez.
El proceso de aprendizaje es constante, y muchas veces doloroso. Fallar es parte del camino, pero es lo que te permite ser mejor. Como en cualquier arte, profesión, oficio, el diseño necesita tiempo, paciencia y, sobre todo, mucha tenacidad.
Humildad y feedback
Por último, nunca te olvides de pedir feedback y, sobre todo, de ser humilde para recibirlo. Ser receptivo al feedback no solo demuestra humildad, sino también una disposición para mejorar. Los mejores diseñadores no son los que lo saben todo, sino los que son capaces de escuchar, iterar y evolucionar con cada opinión que reciben. No importa cuánto tiempo lleves en esta profesión, siempre hay algo que aprender, y a veces las mejores lecciones vienen de personas que no son diseñadores. Abrite a la posibilidad de recibir críticas constructivas, escuchá a otros, y usá esa información para mejorar.
Somos diseñadores 24 horas, no solo cuando estamos frente a Figma o Sketch. Nuestra tarea se extiende a cada interacción que tenemos, cada entrega, cada reunión con el equipo de desarrollo. Diseñamos experiencias para todos, en todo momento. Esto significa que, al recibir feedback, debemos verlo como una oportunidad de mejorar no solo en nuestras capacidades técnicas, sino en cómo nos relacionamos y colaboramos con otros.
Conocimiento extra
Tener conocimientos en áreas como UI o desarrollo front-end no solo mejora tu capacidad para diseñar soluciones viables, sino que también te permite comunicarte mejor con los equipos técnicos. Un diseñador que entiende las limitaciones y posibilidades técnicas puede proponer soluciones que sean tanto creativas como realizables, puede transmutar lo imposible a posible y empujar los límites a lugares inalcanzables. Involucrate con los desarrolladores, trabaja codo a codo con ellos, pide consejos y pide que te expliquen cómo funcionan las cosas. Esos aportes también suman al momento de narrar nuestras experiencias, y claro, también se evidencian en las propuestas que hacemos.
Puntos a considerar
- Muestra tu proceso: Lo que importa no es solo el resultado final, sino cómo llegaste allí. Haz visible tu forma de pensar y cómo superaste los obstáculos en el camino.
- La pasión es clave: El diseño con propósito es lo que te distingue. Busca siempre una vuelta de tuerca y disfruta del proceso, porque es ahí donde se construye la excelencia.
- Estar donde pasan las cosas: Rodearte de las personas y los entornos correctos puede tener un impacto más grande en tu carrera que cualquier oferta laboral. La comunidad y el aprendizaje constante son tus mejores aliados.
- El diseño es un lenguaje: No solo se trata de saber las reglas, sino de afinar tu ojo y entender cómo todo se conecta. La especialización dentro de un equipo multidisciplinario te da un lugar clave.
- Feedback constante: Escuchar a los demás y ajustar tu trabajo según sus comentarios te permitirá crecer constantemente. El diseño es una actividad colaborativa, y tu capacidad para iterar es tan importante como tu habilidad técnica.
- Conocimiento extra: Saber de otras áreas como front-end o desarrollo te permitirá proponer soluciones más viables y comunicarte mejor con el equipo técnico. Es una ventaja competitiva que no debe subestimarse.
Preguntas de la primera entrevista
- ¿Con quiénes vas a trabajar? Este punto es crucial porque te permite identificar si el rol es más solitario o colaborativo. Te dará una idea real de cuál será tu alcance en los proyectos. También te permitirá entender cómo es el modelo y la filosofía de la empresa. Si cuentan con otros especialistas como UX writers o researchers, y tu rol es más bien de diseñador, ya puedes anticipar cómo será tu día a día y qué se espera de ti.
- ¿Quién lleva la batuta? En los equipos de diseño de productos no siempre las cosas son tradicionales. A veces, es producto quien lleva el backlog y el norte del diseño; en otros casos, es el equipo de UX, o incluso, en raras ocasiones, el equipo de desarrollo. Esto es importante porque te dará información sobre el enfoque del equipo y con quién vas a trabajar más estrechamente.
- Alcance del rol: Es interesante saber qué se espera de tu rol día a día. Algunos puestos son bien claros en cuanto a la especialidad que buscan, y otros no tanto. A veces, la descripción no menciona cosas como maquetar landings, hacer animaciones o realizar campañas de marketing. Alineá el requerimiento con tus habilidades e intenciones. También, cuando te piden ser un “hombre pulpo”, es mejor pensar en salir de ahí.
- Desarrollo profesional: Consultá cómo se evalúa el rol, si hay instancias de feedback y capacitación profesional. Una empresa que te acompañe en tu crecimiento es un buen lugar para elegir y permanecer. Aquellas que no lo hagan pueden ser solo un lugar de paso.
Preguntas que no debes dejar de hacer antes de realizar la prueba
- ¿Qué se va a evaluar? Preguntá si el enfoque estará puesto en el entendimiento y desarrollo de fundamentos, en la parte técnica como UI, o en research y las habilidades para definir el target, cliente, protopersona y mapa de empatía.
- ¿Cómo será la prueba técnica? Averiguá si será en “off”, donde analizan el ejercicio y luego dan una devolución, o si debés hacer una presentación en vivo. Si es presentación, asegurate de tener un guion que cubra lo más importante y tiempo para interrupciones y feedback.
- ¿Cuánto tiempo tendrás? Los tiempos de entrega son cruciales. Aunque a menudo no se evalúa la velocidad, sí se mide la puntualidad en los acuerdos.
Preguntas que debes hacer al finalizar
Solicitá un feedback sobre los puntos positivos y aquellos que puedas llevarte como consejo para mejorar. Independientemente de si resultaste seleccionado o no, este punto es clave. Te permitirá sacar provecho del tiempo invertido y te dejará ricos conocimientos y experiencias.
Conclusión
Sea lo que hagas, pensá en el tiempo: ¿te ves haciendo esto para siempre? Si la respuesta es no, seguí buscando ese lugar. Si la respuesta es sí, confiá en que es un camino largo con grandes oportunidades. Al final de cada día, preguntate cuánto has aprendido hoy, y esperá el mañana con entusiasmo de aplicar eso para ser mejor.
Post data, te dejo un Ejemplo de una buena ejecución
Al realizar una prueba técnica, hay varios factores que pueden hacer que tu presentación destaque. Un buen ejemplo es el proyecto realizado por Ema Lozada, quien trabajó en un desafío para MercadoLibre. Este proyecto es un excelente ejemplo de cómo aplicar metodologías de UX, mostrar el proceso y justificar cada decisión de diseño. Estos son los elementos clave que hicieron que este ejercicio fuera sobresaliente:
- Claridad en la presentación del problema: Desde el principio, el problema fue reformulado y abordado con precisión.
- Investigación y mapeo de usuario: Utilizó herramientas como el mapa de empatía para entender al usuario y crear personas detalladas.
- Iteración a través de wireframes: Mostró cómo el diseño evolucionó, partiendo de wireframes de baja fidelidad hasta llegar a la solución final.
- Justificación de decisiones de diseño: Cada elección visual o funcional estaba basada en insights obtenidos durante la investigación.
- Presentación visual y prototipo: El diseño final no solo es estéticamente agradable, sino que también se enfoca en mejorar la experiencia del usuario.
Estructura y flujo del proyecto: La presentación sigue un flujo lógico que facilita entender cómo se llegó al resultado final.